15 de diciembre de 2015

El Jardín Secreto

Como sabéis me gusta viajar en tren y me gusta montarme pelis con la vida de la gente que comparte el vagón conmigo.

El otro día volviendo de Jerez  compartí vagón con una niña que se pasó todo el viaje (casi cuatro horas) con su colores, sus cuadernos de colorerar y su música puesta. 

Sin decir ni mú, sin hablar y apenas levantando la cabaeza del cuaderno. Tan solo en algunos momentos en los que el sol cálido del otoño andaluz envolvía a los viajeros en una especie de silencio y calma absolutos.

Todo esto sería normal si no fuera porque la niña en cuestión no era tal niña, estimo que andaría por la segunda mitad de los treinta y parecía ocupar un cargo de responsabilidad en su trabajo. No tenía ese punto de "working bitch" que veo en muchas mujeres de Madrid pero tampoco tenía pinta de ser una machaca.

Como también sabéis, me gustan los contrastes y me llaman mucho la atención. En esta sociedad madrileño empresarial en la que nos movemos en los que la impostura y la apariencia forman parte del día a día y de los protocolos no escritos de relación entre nosotros me pareció ciertamente tierno y entrañable que alguien se pudiera relajar con una actividad que, en principio, podría calificarse de propia de la infancia...que no infantil.

En uno de los paseos para estirar las piernas me fijé en lo que coloreaba...una serie de árboles y plantas con la leyenda "Secret Garden".

Al final todos buscamos nustro pequeño jardín secreto...aquel lugar en el que podemos desconectar la mente y el corazón de las prisas del día a día....en el que los dragones que tenemos todos dentro se apaciguan y duermen y en los que el tiempo pasa sin pasar y el agua de nuesta vida vuelve a fluir clara, limpia y fresca.