Contaba mi abuelo Pepe que mucha gente de Cangas estaría desenado que él y su amigo Victorino se muriesen para así poder presumir de aquello que no eran…porque ellos, además de tener muchos años y haber vivido allí casi toda la vida, sabían las historias de todo el mundo de allí…
Ahora, cuando tomar el aperitivo en el Blanco y escuchar lo que dice la gente es como si estuvieras en el Baile de la Rosa en Mónaco me acuerdo de esas conversaciones que escuchaba en la terraza del Júlter.
Esta mañana Navideña me he cruzado algún correo que otro comentando sucedidos de estas últimas semanas y la verdad que no puedo estar más sorprendido…pero no…porque la verdad que conociendo el percal y la telita en cuestión no me extraña nada…
Es una pena que en esta sociedad de la ostentación y la postura impostada en la que nos ha tocado vivir (y que tiene cosas muy divertidas) muchas veces las personas se vean atrapadas en su personaje y vivan de acuerdo al mismo…aunque claro…de donde no hay ya se sabe y el dicho de las papas que se dice en Cangas tiene mucha, pero que mucha razón…
Cuanta razón tenía el maestro Berlanga…
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