12 de abril de 2012

En mi muro...

Hoy a la hora de comer un compañero del curro ha compartido una historia bastante chula...

Nos contaba que cuando estaba en el instituto (turno vespertino como él tan salmantino dice) dejaba mensajes escritos en la mesa a la ocupante matinal del pupitre...mensajes contestados...y que del pupitre pasaron a mensajes escritos en papel y ocultos en algún recoveco de su lugar de encuentro asíncrono...y así durante un tiempo

Por lo visto...la cosa fue a más...y el intercambio de mensajes llevó a un noviazgo adolescente de 6 meses...que, por otra parte, es el tiempo estándar de casi todos los noviazgos a esa edad...

Antes del mundo digital, de los móviles listillos, de todo esta parafernalia en la que nos movemos ya existía una especie de caralibro original...salmantino y castellano...ahora el ligoteo está más fácil...para empezar ya no hay que enfrentarse a ese momento tan duro (por lo menos para un tímido como yo) de llamar a casa de fulanita y que se ponga Mr.  o Ms Fulanitez...ups...eh...mire...está Fulanita?...quién eres?...ups...eh...Kkkkike...no mira es que no se puede poner porque está estudiando...ahhh...en fin.

Retomo el tema...me ha parecido una  historia interesnate y divertida...de como nos adaptamos a los tiempos y a las herramientas que el progreso (o la necesidad) coloca en nuestro entorno...

1 comentario:

Hugo Ball dijo...

También debería usted comentar que más allá de ese primitivo "muro" en forma de pupitre escolar, con sus clásicos desconchones, restos de goma de borrar y hasta del sopor vespertino que solía invadir a su inquilino, en el fondo simplemente utilizamos aparatos más sofisticados para hacer las mismas cosas de siempre
Me alegra, por otra parte, que tenga usted compañeros de trabajo tan interesantes y con experiencias vitales tan curiosas (ahora solo falta que encima el compañero ese esté bueno y le prometo a usted que me cambio de trabajo!)